lunes, 17 de abril de 2017

a propósito de una entrevista a El Mini



El Mini, ELMINIelmini, ElMini, Boyito Kream... lleva unos años siendo alguna clase de underdog del trap nacional. Perteneció al colectivo Kefta Boyz y actualmente orbita alrededor de La Vendición Records habiendo colaborado con TakersKaydy CainKhaledYung BeefLa Zowi y un larguísimo etcétera de gente fundamental en la escena actual. Sin embargo, parece no haber adquirido la notoriedad en solitario que los fans acérrimos (que existimos y que no lo cambiábamos por nadie) pensamos que merece. 

¿Qué aporta El Mini en un panorama cada vez más copado de artistas y canciones? Para empezar, un estilo, más o menos parecido a algunas de las metamorfosis de Yung Beef o, en menor medida, Cecilio G pero indudablemente propio. Su perspectiva es totalmente humana y se aleja de algunos estereotipos del hip hop para mostrarse como una persona real (como en su canción "Gracias", dedicada a agradecer la vida que ha podido llevar o su beef a Cecilio G "Toys'R'Us", que acaba convertida en una tristísima historia sobre el fin de una amistad). La fluidez entre géneros, la mirada constante al mundo anglosajón y la perspectiva desenfadada, ahora mismo una constante, llevan años formando parte de su particular visión de la música.

El Mini ha tenido a bien concederme una breve entrevista en la que habla un poco sobre todo esto que está pasando, algo que yo agradezco profundamente. Soy consciente de que intentar analizar intelectualmente el trap es casi una contradicción a la que los traperos rara vez se prestan pero estas respuestas, aunque algunas lleguen a ser esquivas, nos pueden ayudar a entender un poco la mente de este artista.


¿Cómo empezaste en la música?

pues, nose tio llevo to la vida en esta mierda, desde k era un yung nigga me hacia mis temas con 11 o 12 años nose

¿Qué crees que aportó Kefta Boyz a la escena nacional?

kefta y corredores somos los papas de to los raperos d ahora y yasta xdd

Una cosa que me gusta mucho de tu música es que te lo tomas en serio pero siempre con mucho humor, ¿crees que falta algo de eso en el rap (o el trap o lo que sea) actual?

Keva primo si esta lleno de payasos el panorama ara mismo ahaha

The Truth es una de mis canciones favoritas de las tuyas y en ella procedes a hablar de muchos otros artistas de forma positiva, entiendo que el beef puede ser necesario y que le da interés a todo esto pero ¿no crees que mucha gente ya tira por tirar y que acaba entorpeciendo la música?

Yokse tambien tiro en ese tema solo k positivamente, el beef es parte del rap desde k existe lo k pasa esk aki kieren tirar de bokilla namas sin pensar k son palomos xdd

¿En qué se diferencia Pesi de ElMiniElMini? Tus distintos alias tiene algún sentido para ti o es solo una especie de juego?

PESI es un colectivo de gente, lo ke pasa es ke desde la distancia es muy dificil trabajar y todo el mundo kiere hacer su vaina tb.

¿Qué clase de cosas y de personas te inspiran artísticamente? No solo música

Nose bro yo lo hago y yasta xd

¿Te consideras famoso? ¿En qué medida te ha cambiado la vida la música y el boom del trap?

keva para nada tio hahahaha me ha cambiado ke antes tenia mas pasta

¿Cómo ves tu futuro musical? con la Vendición, tu futuro disco...

pues eso ahora saco un ep con el segell del primavera y trabajando a muerte con la vendicion tu sabes the winning team mucho trabajo por delante y a no parar


Pues eso, que ojalá no pare y siga para arriba

jueves, 9 de marzo de 2017

a propósito del no


sí a la vida, si a la ligereza, sí a la seducción, sí al amor, sí a mí misma

Nein.

En este mundo que parece salvarse del Apocalipsis por algún milagro a cada segundo, en el que todos los sistemas exploran nuevas fronteras en los abismos, nuestra cultura (la cultura pop mayoritaria, por lo menos) parece más ansiosa que nunca en demostrarnos la belleza del día a día, aceptar todas las sensaciones que se nos ofrecen, salir a la calle y, ya que estamos, comprar alguna cosa.

La canción de los Punsetes que dice aquello de "no hay mejor propósito que no tener ningún propósito [...] qué puede ser mejor que estarse quieto" ("John Cage", en homenaje al gran profeta de la negación) es, al mismo tiempo, opuesta y totalmente complementaria de una película como La La Land, un éxito mayúsculo de crítica y, sobre todo, público que trata esencialmente de la necesidad de hacer grandes sacrificios en pos de alguna clase de ideal artístico. La La Land es, quizás, el elogio de la afirmación, de la necesidad de hacer cosas y que te pasen cosas más obvio del cine reciente pero no es, de ninguna manera, aislado: las aventuras y las pasiones que vemos en las películas y los métodos utilizados para transmitirlo son cada vez más violentos y apabullantes, hasta el punto que desde hace unos años (posiblemente desde Avatar) se habla de determinado cine como "experiencia" más que como simples películas, porque ya no basta con la distracción o el estímulo sino que se ha creado una necesidad por vivir lo que pasa en las ficciones. Una corriente que no sé si entender como reacción lógica o como actitud cultural esquizofrénica de un mundo en el que realmente parece que cada vez se quiere hacer menos cosas y en el que cada vez estamos más tristes.

"No trabajéis nunca", grafiti atribuido a Guy Debord

Este gusto por el exceso y por lo sensorial, en principio propio del escapismo que beneficiaría a los ricos y poderosos ha sido asimilada a la perfección por corrientes, a priori, más revolucionarias, de forma que el discurso político ha pasado del plano intelecutal al emocional. Nos insistieron en que el cambio era una cuestión de salir de casa muy enfadados e indignarnos con ganas, pero comprobamos día a día el fracaso de esos planteamientos y asistimos a la progresiva aceptación de determinados arrebatos de ira ciudadana (y su nimia repercusión legislativa) como una parte más del panorama político diario: la revolución ya no es revolucionaria (como decía Guy Debord de forma bellísima en su película-manifiesto en contra de las cosas Aullidos en favor de Sade "estábamos preparados para hacer saltar los puentes pero los puentes nos han fallado").

Certain Women (Kelly Reichardt, 2016)

Precisamente por estas cosas aprecio, valoro y hasta admiro planteamientos que se salen de líneas narrativas establecidas. En su canción Nein, al trapero austriaco Yung Hurn se le plantean diversas preguntas que le llevarían fácilmente a aventuras amorosas o intensos intercambios de droga, pero el artista decide separarse de todas estas puertas abiertas que le conducirían a los códigos más comunes en el hip hop con un escueto "no". Por volver al cine, un medio en el que se celebra mucho que todo pase por alguna razón y que una escena lleve de forma irremediable a la otra, estamos viendo últimamente rupturas en la línea narrativa en películas, por lo demás, totalmente convencionales y apología de hacer cosas costosísimas sin ninguna clase de beneficio aparente (una técnica a la que a mí me gusta llamar "hacer el tonto"). Una de mis escenas favoritas del cine favorito de este siglo es el viaje a París que realiza la protagonista en Frances Ha en busca de alguna clase de revelación existencial que termina siendo un fin de semana extremadamente caro sola en una ciudad extranjera que no comprende. El clímax de una de las historias que componen Certain Women, la película reciente en la que más me encuentro pensando, consiste en un viaje de ocho horas en coche que hace una chica en busca de otra de la que se ha enamorado y a la que no tiene por qué ver más nunca. Una vez allí, le dice que que le apetecía verla otra vez y, con las mismas, coge el coche y se marcha. A veces no hace falta conseguir a la chica, a veces no hace falta ganar.


Estos desafíos narrativos (que tienen, aunque sutil, una naturaleza política también) pueden plantearse también en el mundo del puro activismo. El mismo día en el que un hombre encapuchado golpeaba por sorpresa al supremacista blanco Richard Spencer, volviendo a las mismas viejas dinámicas de violencia (de forma más o menos justificada o más o menos comprensible, pero definitivamente con escasas opciones de éxito) pudimos ver a una mujer negra tomando otro camino: tocar la flauta y golpear unas latas contra el suelo, un camino que, por inesperado e inaudito, nadie puede asimilar ni modificar su mensaje. Hay muchas maneras de luchar o deslegitimar a alguien que pega un puñetazo pero no se han desarrollado códigos capaces de asimilar esta clase de protesta. Eso también es bonito.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

a propósito de mis tres audiovisuales favoritos del 2016


Ya he hablado de mis películas favoritas de este año, pero los desvaríos de la modernidad hacen que las piezas audiovisuales que más me han marcado, las que más he podido disfrutar, no sean películas, sino otra cosa. Webseries, cortos para televisión o remezclas de memes en youtube, estas obras son interesantes porque se salen completamente de los márgenes que propone la industria del entretenimiento mainstream, copos de nieve completamente impredecibles e incorruptos. Hablemos.

1. This House Has People in It (Alan Resnick)
Estrenado el 15 de marzo a las cuatro de la mañana en el canal norteamericano [adult swim], este corto de terror llamó la atención rápidamente. En él podemos ver el metraje de unas cámaras de vigilancia en una casa de una familia aparentemente normal, una casa en las que unos padres discuten sobre el destino de vacaciones y un niño se prepara para su fiesta de cumpleaños. Entonces empiezan a pasar cosas raras.


Pese a durar poco más de diez minutos, hay todo un mundo detrás, desde la web de la compañía de seguridad hasta el programa que ponen en televisión durante el vídeo. Internet está plagado de teorías y recopilaciones de datos (este vídeo es el más completo, diría) que hacen parecer This House Has People in It como un puzle muy entretenido y bien armado. Pero esto es algo más, es un corto en el que todos los elementos (la arquitectura, la calidad de imagen, los zooms sutiles...) están destinados a aterrar al espectador, un corto sobre la falsa sensación de seguridad que nos hemos creado (a través de nuestros barrios residenciales y cámaras de vigilancias), la locura, la obsesión y la necesidad de racionalizar nuestros temores. Verlo y reverlo en busca de detalles, algo donde agarrarme, ha sido una experiencia totalmente desoladora. Porque detrás no hay nada claro, nada que pillar.

2. Horace and Pete (Louis C. K.)
Una de las grandes estrellas del monólogo estadounidense, creador de la aclamadísima serie de televisión Louie, pionero de la venta online de sus propios espectáculos y salvador personal de Marcelo García escribe, dirige, protagoniza y produce su propia serie y la pone a la venta en su página web. El resultado te sorprenderá.


Louis C.K. realiza un ejercicio casi suicida, trasladando su vena depresiva a una sitcom (?) rodada en directo con tres cámaras, a la manera de los viejos tiempos. Así como Louie es una versión posmoderna de Seinfeld, Horace and Pete podría ser un remake de Cheers si en Cheers se hablase con frecuencia de enfermedades mentales, abusos paternos, las elecciones norteamericanas o la transfobia. Al partir de una independencia total, la serie se permite movimientos casi inéditos en televisión, con diez capítulos oscilando entre los 30 y 67 minutos, la textura de la multicámara contrastando con una estética de serie dramática o el episodio basado exclusivamente en una conversación de cuarenta minutos a solas entre el protagonista y su exmujer. Cuenta con gente como Steve Buscemi, Jessica Lange o Alan Alda en su reparto habitual y es perfecta para la gente que encuentra belleza y humor en lo deprimente.

3. Dat Boi... (vaporwave edition) Longer version
Algún día escribiré sobre Dat Boi y sobre el vapourwave pero de momento disfrutemos de esto. Podéis pasarme los memes que queráis siempre.


martes, 13 de diciembre de 2016

a propósito de las mejores películas del 2016


Hacer listas de mejores películas es una actividad más bien tonta. El arte no está basado (o no creo que esté basado) en criterios fijos y objetivos, sino que cada obra crea sus propios criterios a la hora de ser juzgada. Es, también, un entretenimiento que puede llegar a extremos vergonzosos, algo de lo que me he dado cuenta revisando listas que hice en letterboxd en años pasados y meditando cuánto me vienen a la mente Spring Breakers o Unfriended y lo poco que pienso ahora mismo en Whiplash, Pero es, al fin y al cabo, un entretenimiento: a mí me gusta hablar de películas y (me consta) hay gente que disfruta leyendo sobre ellas y, me gusta imaginar, descubriendo cosas que no conocía o incluso pensando en ellas de una forma nueva. Dicho esto, procedamos al canónico top 10 de cine estrenado este año en España.


1. La bruja (The VVitch, Robert Eggers)
En La bruja, una familia tan puritana que el resto de puritanos la echa del pueblo se enfrenta a males tangibles, el hambre, el aislamiento, la desaparición de un hijo. El método que encuentra el sistema patriarcal de valores y creencias de mantenerse a sí mismo es autoconvencerse de que están siendo asolados por brujas y de que probablemente una de ellas es su propia hija. A partir de ahí asistimos al derrumbe de la autoridad cristiana y la figura del padre, incapaz de solucionar los problemas que él mismo ha provocado. Una película con algunas de las escenas más terroríficas que he visto nunca, con una atención detallista a la veracidad histórica (cuenta la leyenda que está basada en un collage de declaraciones de mujeres condenadas por brujería), alabada por la Iglesia de Satán y, sin duda, la más goyesca del año.


2. La academia de las musas (Jose Luis Guerín)
Una película sobre cómo el mundo académico utiliza toda su palabrería para enmascarar el absurdo humano y cómo acaba siempre haciendo el ridículo. Con una textura plástica muy interesante, es inmensamente pedante y extraordinariamente graciosa.


3. Carol (Todd Haynes)
La carrera de Todd Haynes se ha basado, casi siempre, en relecturas de historias y estructuras pasadas. En 1952, durante la era dorada de los melodramas en tecnicolor de Douglas Sirk o Nicholas Ray, Patricia Highsmith publicó bajo seudónimo la novela El precio de la sal. Pese al éxito de Extraños en un tren, basado en una obra anterior de Highsmith, la adaptación al cine de esta novela de tema homosexual resultaba imposible en el Hollywood de los 50. Lo que hace Haynes es, ni más ni menos, concederle a Highsmith la dignidad de una película de Douglas Sirk, aunque sea sesenta años tarde, en el mundo digital y con actrices mucho mejores pero con toda su exaltación y su elegancia. No es poco.


4. Hypernormalisation (Adam Curtis)
¿Por qué no entiendes qué pasa en Siria? ¿Por qué en internet nunca parece que vaya a ganar las elecciones la gente que gana elecciones? ¿Qué tienen que ver el punk ruso de los ochenta o las oleadas de avistamientos ovni con todo esto? Una obra monumental sobre el 2016 y cómo hemos construido un mundo en el que la mentira y la verdad son indistinguibles.


5. Elle (Paul Verhoeven)
Verhoeven vuelve al cine después de muchos años, después de haber conseguido algunos de los grandes taquillazos de los 90 (y haber dirigido la película más cara de su tiempo), mezclando su iconoclastia y afán provocador tan poco y mal entendido en Estados Unidos con Francia y el mundo burgués que suele reflejar su cinematografía nacional. Y vuelve hablando de violaciones y masoquismo, temas esquivados (con mucha razón) por casi cualquier otra persona haciendo cine y de los que consigue salir airoso con tres o cuatro saltos mortales.


6. Ahora sí, antes no (Right Now, Wront Then, Hong Sang-soo)
Cuando conoces a alguien las cosas pueden ir bien o mal, y a lo mejor alguno de los dos tenéis la culpa o a lo mejor no. Para experimentar lo que te está contando Ahora sí, antes no, para sentir su ritmo calmado, sus situaciones naturales y su belleza tan sencilla, hay que verla.


7. Calle Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, Dan Trachtenberg)
Para mí, la gran sorpresa del año. Una exploración de la intrahistoria del apocalipsis minimalista pero que explota al máximo sus recursos. Posiblemente lo más cerca que vayamos a estar de una adaptación del videojuego Portal y la consolidación de Mary Elizabeth Winstead como actriz que vale para TODO. (No veáis tráilers)


8. Dos buenos tipos (The Nice Guys, Shane Black)
Pese a ser solo la tercera película como director (después de las fantásticas Kiss, Kiss, Bang, Bang y Iron Man 3), Shane Black lleva una muy larga carrera como guionista que comienza con Arma letal, en 1987 y pasa por cosas como El último boy scout. No creo que alguien pudiese hacer una película tan divertida como Dos buenos tipos sin haberse pasado treinta años en lo alto del cine de acción.


9. Anomalisa (Charlie Kauffman)
En uno de los guiones más sencillos de Kauffman, un motivador profesional se encuentra solo y aislado en una habitación de hotel viendo cómo todo el mundo parece tener la misma cara y voz. Al mismo tiempo una fábula sobre los peligros de ser un gilipollas que se cree algo y una exaltación de ser un gilipollas que se cree algo.


10. Todos queremos algo (Everybody Wants Some!, Richard Linklater)
El gran talento de Linklater es encontrar belleza en lo más real y mundano y, solo en ocasiones, hacer que nos fijemos en el mundo que nos rodea de otra manera. Everybody Wants Some! es igual que estar con tu grupo de amigos, con todo los micromachismos y las tonterías que eso conlleva pero también con las risas y la camaradería.

Menciones especiales: El porvenir (L'avenirMia Hansen-Løve), La llegada (Arrival, Denis Villeneuve), ¡Ave, César! (Hail, Caesar!, Hermanos Coen), High-Rise (Ben Wheatley), Los odiosos ocho (Hateful Eight, Quentin Tarantino)


No he podido ver (y pienso que podrían haber entrado): Cemetery of Splendour (Apichatpong Weerasethakul), Paterson (Jim Jarmusch), The Handmaiden (Park Chan Wok) y Toni Erdmann (Maren Ade)

Sin fecha prevista para su estreno en España pero enormemente disfrutadas por la redacción de El movidote: Swiss Army Man (Daniels) y, sobre todo, Certain Women (Kelly Reichardt)

(estaría guay que me comentaseis cuáles son vuestras favoritas, por aquí o en la vida real o como sea)

sábado, 19 de noviembre de 2016

las movidas del cine: a propósito de U.S. Go Home (1994)


A lo largo de la historia del cine adolescente se ha utilizado la idea de La Fiesta como punto de inflexión entre la infancia y la madurez: la primera borrachera, el primer encuentro sexual, el primer choque contra las fuerzas del orden... Como cualquier otro tópico, ha tenido usos peores y mejores (hay que hablar siempre que sea posible de Supersalidos, pero también de Movida del 76 No puedo esperar, por ejemplo), y, como cualquier otro tópico, es fundamentalmente falso. La vida, la vida corriente, no cambia en una noche, pero si una persona se hiciese adulta en una fiesta no sería en la fiesta en la que se emborracha y pierde la virginidad, sino en la que se aburre y se da cuenta de que está haciendo el tonto.

U.S. Go Home está estructurada en torno a una fiesta iniciática: enterarse de que existe, convencer a la madre, llegar a ella, hacer el ridículo un rato y el inevitable y largo regreso a casa, convencida de que la vida es una sucesión de remordimientos y decepciones. Martine es una chica francesa en los años 60, con mucho más convencimiento en los ideales de liberación sexual que posibilidades para ello o ganas de aguantar a los hombres que pretenden aprovecharse de esta nueva ideología. Pese a ello, se propone colarse en una fiesta organizada por el chico al que desea y convence a su amiga para ello. Gran parte de la película está basada en escenas de baile en esa fiesta, con nuestra protagonista intentando adaptarse de cualquier manera a un ambiente que le es completamente ajeno.

Pero U.S. Go Home no habla solo los sentimientos negativos relacionados con la madurez, también trata de las relaciones forjadas entre los Estados Unidos y Francia, que aparece completamente colonizada culturalmente (sobre todo a través de la omnipresente banda sonora, bastante impresionante, por otro lado). Cuando Martine y su hermano huyen de la fiesta son recogidos por un soldado estadounidense que trabaja en la base militar que se encuentra en los alrededores. Este soldado les ofrece una Coca Cola, rechazada cortésmente por el hermano de Martine, ya que es comunista, pero el soldado convierte este ofrecimiento en una exigencia: si quiere montar en su coche tendrá que beber de su refrigerio (me parece una alegoría algo obvia pero ahí va la transposición geopolítica: da igual la historia política e ideológica de Francia, si quiere contar con la ayuda de Estados Unidos va a tener que pasar por determinados aros [todos conocemos el historial revolucionario francés y en qué parece haber quedado]). Aún así, el soldado está lejos de parecer una figura antagónica o cruel, y al final de la noche, Martine y él comparten unos bellos momentos de amor torpísimo.

Esta película está dirigida por Claire Denis y escrita por ella misma y Anne Wiazemsky (¡la protagonista de Al azar, Baltasar y La Chinoise!) y protagonizada por la estupenda Alice Houri, forma parte de la serie de películas para televisión Tous les garçons et les filles de leûr age, en la que también participaron Oliver Assayas y Chantal Akerman. Se puede encontrar en Youtube con subtítulos en inglés y, hasta donde yo sé, no se puede encontrar en español, así que toca recordar como se pueda la lengua del bardo porque esto merece mucho la pena.

lunes, 24 de octubre de 2016

a propósito de Adam Curtis


Una idea fundamental en la Historia del Arte, y que es bastante evidente pero no demasiado obvia, es que no importa tanto la obra en sí sino la manera en que esa obra llega a nuevos artistas, que la toman en su acervo, la reinterpretan, la resucitan, etcétera. Mi ejemplo favorito: los renacentistas tomando como ejemplo de pulcritud, pureza y orden (e incluso valorando esas ideas en primer lugar) a raíz del descubrimiento o redescubrimiento de las esculturas de la antigüedad clásica. Estas esculturas, policromadas según sabemos en 2016, habían perdido todo color ya en el siglo XIV debido al paso del tiempo y a la paupérrima conservación (si existía siquiera tal concepto, aquí confieso mi ignorancia). Imaginar los derroteros de la cultura y el arte si el color de esas estatuas y esos templos se hubiese mantenido a través de los siglos es un ejercicio bastante divertido que recomiendo para momentos que debieran ser dedicados a cuestiones más (inminentemente) importantes. Hay innumerables ejemplos de interesantísimas interpretaciones divergentes del sentido original o intencionado de una obra promovidas por deformaciones, roturas o errores de traducción, pero la que seguramente más me interesa es la que se produce en los documentales de Adam Curtis.

Adam Curtis nació en 1955 y lleva desde 1983 haciendo películas y series, casi siempre para la BBC y casi siempre de longitud megalítica, en las que intenta analizar las causas y los barros que han causado los lodos de la contemporaneidad. Sus películas más célebres (como The Century of the SelfThe Power of Nightmares u All Watched Over by Machines of Loving Grace, todas recomendadísimas y una de las grandes influencias -directa e indirectamente- de este blog) trazan una especie de historia secreta del siglo XX a través de personajes poco conocidos pero cuyas ideas han resultado imprescindibles en el pensamiento y sociedad posterior a través de imágenes de archivo, trazando relaciones que a priori pueden parecer aleatorias (por ejemplo, ¿cómo el nacimiento de la ciencia de la ecología ha desembocado en que pensemos que nuestra implicación individual en determinados problemas sociales o políticos es inútil?). Los documentales de Curtis están alejados del maniqueísmo (de hecho su gran tema es la problemática de simplificar la realidad y lo fácilmente monetizable que es esa perspectiva por los poderosos) pero son altamente subversivos y combativos: llama mentirosos, estafadores y casi asesinos a Reagan, Thatcher, Cameron, Bush, miembros de sus respectivos gabinetes con nombres, grandes empresarios y apellidos y hasta a la propia BBC sin ninguna clase de pudor. Su intención es contarnos qué ha pasado, por qué ha pasado y quiénes y por qué han querido impedir que esa información haya llegado a nosotros.

La filmografía de Adam Curtis no puede ser adquirida, no hay DVDs de sus documentales. Los últimos pueden verse en el reproductor online que ofrece la BBC pero de The Power of Nightmares para atrás hay que limitarse a grabaciones en VHS que gente hizo en su momento y que se ha dignado a subir a Internet. La razón de esta ausencia de su obra probablemente tenga que ver con temas de derechos de autor de imágenes utilizadas pero es fácil ponerse en tesituras conspiranoicas al haber visto o conocer las temáticas de estas películas. Por eso es tan interesante ver hoy The Century of Self con esa textura granulada y corrompida, le añade una dimensión estética mucho mayor al documental y hace que parezca que somos revolucionarios de un mundo distópico, viendo copias de copias de copias realizadas con la intención de Difundir el Mensaje, que todavía hay secretos por desvelar y tiranos por derrocar. Creo que Curtis es plenamente consciente de esta deriva que han tomado sus documentales y por eso su última obra, Hypernormalisation, que es hija, obviamente, de los estándares de alta definición actuales aunque sea dentro de las posibilidades del archivo, comienza como si fuese un vídeo analógico. Como Miguel Ángel esculpiendo el Moisés sin siquiera pensar en ponerle color, Adam Curtis trata de recrear una estética nacida del accidente.

primer fotograma de Hypernormalisation (2016)

jueves, 13 de octubre de 2016

a propósito de Un monstruo viene a verme


Alfred Hitchcock tardó una barbaridad en ser reconocido artísticamente, a pesar del extraordinario éxito de casi todas las películas que hizo entre los años 20 y los 60, su repercusión entre los críticos tardó mucho en ser la que es hoy. El 2016, con Vértigo encabezando la lista de mejores películas de la revista Sight and Sound (el top más prestigioso, lo que tampoco quita que sea más o menos tan tonto como cualquier top) es muy distinto del mundo en el que el director británico desarrolló su carrera, incluso muy distinto del mundo que, por fin, le concedió un Oscar (honorífico) en 1968. La pieza fundamental en el reajuste de las ideas de la Cultura acerca de Hitchcock fue la revista francesa Cahiers du cinéma, fundada en 1951, que desde el principio estaba basada en la idea (al principio vaga, luego afianzada por Truffaut en 1954 con su seminal ensayo Una cierta tendencia del cine francés) de la "autoría". Según los seguidores de esta politique des auteurs existen al menos dos tipos de directores de cine: los "autores", que tratan temas y cuestiones estéticas desde una perspectiva personal, de forma que es posible encontrar elementos recurrentes en su filmografía, y los "no autores" (o "artesanos"), que no aportan nada de sí mismos a la película. Según los cahieristas la peor película de un autor siempre sería preferible a la mejor de un artesano.

(Actualmente el autorismo ha quedado algo desfasado, la crítica y los seres humanos en general seguimos necesitando destacar una serie de nombres para guiarnos en el vastísimo panorama cinematográfico y es obvio que hay directores que entregan mejores películas que otros pero la idea de que el rasgo autoral es siempre positivo o que es posible dirigir una película sin poner algo de uno mismo, como si fuese una máquina, parece absurda. En los últimos tiempos se está hablando de un "autorismo vulgar" para referirse a gente como Michael Bay, Paul W. S. Anderson o Zack Snyder, todos autores en el sentido estricto de la palabra aunque su obra conste de adaptaciones de tebeos, videojuegos o franquicias de juguetes y no del drama humano. A mí me parece un término asquerosamente elitista)

Más allá de la teoría de los autores, lo revolucionario de esta generación de críticos (que luego pasarían a transformar el cine en la nouvelle vague) fue la aplicación de la misma. Godard ponía en el mismo lugar a Ingmar Bergman que a Fritz Lang, Howard Hawks o Nicholas Ray. Directores que hacían cine de género con, normalmente, considerable éxito de taquilla pero que estaban muy lejos de los reconocimientos críticos o de la Academia. Es gracias a esta gente que hoy entendemos que una película puede ser Gran Cine sin ser un drama serio con decorados serios y gente seria.

Pero a Hitchcock no le hacía ninguna falta Cahiers du cinéma ni la teoría de los autores. Él ya era el director más famoso desde Chaplin cuando en 1955 estrenó en televisión su serie Alfred Hitchcock presenta. Sus películas le utilizaban más a él como reclamo publicitario que a las superestrellas que las protagonizaban y cuando François Truffaut le entrevistó en el célebre libro El cine según Hitchcock, el director era plenamente consciente de ser una figura pública que tenía sus obligaciones con sus admiradores, de los que era esclavo. Para Hitchcock hablar de "autor" tenía poco sentido porque su nombre aparecía en las marquesinas y la gente le buscaba en sus cameos, estaba claro que sus películas eran suyas y no de cualquier otro.

Hoy, el fenómeno publicitario de Hitchcock se ve en cierta manera reflejado en la figura de Juan Antonio Bayona. El estreno de Un monstruo viene a verme ha despertado una gigantesca campaña de relaciones públicas por parte de Mediaset, centrada en el "visonario" director. Sin embargo, las capacidades de Juan Antonio Bayona están todavía por ser demostradas, más allá de la capacidad de rodar películas sin salirse demasiado del elevadísimo presupuesto y conseguir que obtengan grandes beneficios, es decir, la capacidad de ser un empleado ejemplar. No considero "mala" ninguna de sus tres películas pero sí muy lejos de ejemplificar la trayectoria de un director sin apenas voz propia.

La autorificación que ha realizado Telecinco y acólitos de Bayona, creo, le hace un flaco favor, puesto que le hace responsable de elementos de la película que no tienen por qué ser suyos. La obsesión del guión de Un monstruo viene a verme con muchos de los lugares comunes del cine sobre a) víctimas del bullying b) gente con cáncer y c) el gigantesco mundo interior de los niños vienen directas de Patrick Ness como guionista y escritor de la novela original, y estos defectos hacen olvidar soluciones visuales ingeniosas como el uso de la animación. La publicidad nos vende la idea de Bayona como director infalible, experto en hacernos llorar, cuando nada indica que su involucración con el proyecto sea particularmente extraordinaria. El problema NO es que no sea un autor sino que Los Poderosos intenten hacernos creer que lo es, que el cine de autor es el que llena las salas de gente preparada con los pañuelos en la mano en lugar del que se enfrenta a las expectativas y concepciones de la gente.