jueves, 7 de julio de 2016

las movidas del cine: a propósito de Smithereens (1982)


Desde que con unos ocho o nueve años le cogiese el MP3 a mi hermana y me muriese de miedo escuchando Anarchy in the UK de los Sex Pistols, el punk siempre me ha obsesionado. Por alguna razón, probablemente porque mi círculo ha estado tradicionalmente alejado de toda esa corriente, nunca me he definido o intentado definirme como punky, aunque sí que fui anarquista convencido durante gran parte de mi preadolescencia y ha sido prácticamente la única música que he escuchado en varios puntos de mi vida. Me encantan los punkies, más los que son un poco simples y no saben bien qué están haciendo (la mayoría, en realidad) que los que están muy enfadados con Todo, cuando he tenido la oportunidad de relacionarme con alguno siempre ha sido una experiencia bien atesorada en mi corazón, supongo que porque representan el sueño no vivido.

Llegué a Smithereens a través de una lista de películas feministas esenciales y me llamó inmediatamente la atención por tratar de una joven punk en esa Nueva York en ruinas de principios de los ochenta tan fascinante, Richard Hell (miembro de los Television, los Heartbreakers y los Vodoids) sale en ella y eso me hubiese parecido motivo más que suficiente para verla en otro momento de mi vida. En Smithereens, una chica, Wren, peleada con sus padres e intentando conseguir éxito en Nueva York monetizando de alguna manera la escena punk, haciendo un grupo o siendo mánager de algún otro, conoce a un retratista que vive en una furgoneta y que la sigue buscando entablar alguna relación con ella ya que no conoce a nadie en la ciudad (esto suena bastante siniestro pero es un buen tío). Wren sufre la serie de catastróficas desdichas que suelen derivar de la falta de dinero, lo que la lleva a compartir dormitorio (un dormitorio en el interior de una furgoneta en un descampado atestado de prostitutas) con este chico.

Cuando hablas un rato con un punk, no es raro que, de repente, te cuente alguna cosa complicada (o complicada para nuestras ideas burguesas, claro) sin darle demasiada importancia. Smithereens es, a la vez, una especie de comedia romántica sobre la loca vida en el Greenwich Village y una desmitificación bastante fuerte de la fantasía de ser pobre, tonto y estar solo. El tono más bien desenfadado que ha llevado la película durante casi toda su duración contrasta con un tramo final en el que se nos señala que no todo en esa vida es diversión. Hay quien habla de esta clase de moraleja como reaccionaria o capitalista pero yo creo que señalar que el dinero  importa y que la gente sin techo sufre de verdad no es un mensaje para nada alineado con el Sistema.

Hay muy poca información de esta película en Internet, fue la primera de Susan Seidelman (diría, una de las directoras que más éxito han conseguido) y, según Wikipedia, la primera película independiente norteamericana que se estrenó en Cannes. La protagonista, una actriz realmente encantadora, una persona a la que da gusto ver haciendo cualquier cosa ha salido en un par de cosas más y tampoco estoy muy seguro. Me costó bastante encontrarla en Internet y descargarla, así que he hecho la heroicidad de subirla a Youtube con subtítulos en castellano para facilitar el acceso a las hordas de seguidores de este blog y a algún despistado más.


3 comentarios: