Pero hoy, siete de enero de dos mil dieciséis, es bastante irrelevante el quién o el por qué del comentadísimo magnicidio; Jim Garrison sigue siendo importante porque fue el primer hombre que captó la idea y el sentimiento general de descontento con el poder que habitaba en el inconsciente colectivo que culminó en el Watergate y, lejos de corrientes subterráneas (véase la Iglesia del Discordiandismo, cuyo texto fundacional fue fotocopiado para ser distribuido en la misma fiscalía de Nueva Orleans y muy relacionada con The Illuminatus Trilogy, una novela satírica en la que por primera vez se propone que el mundo está regido por una sociedad secreta llamada Los Illuminati), llevó el pensamiento alternativo a los hogares de todo Estados Unidos. Llevó la conspiración al mainstream, algo que todavía no ha cambiado. Sin el juicio a Clay Shaw no existe el Watergate, los thrillers de los 70, El arco iris de la gravedad, el movimiento truther sobre el 11S o el escándalo del NSA.
Precisamente Thomas Pynchon habla en su última novela, Al límite, de que más allá de la versión oficial, es mejor mirar "en los márgenes, en los grafitis, en las expresiones involuntarias, a la gente que tiene pesadillas y grita en sueños cuando duerme en espacios públicos". Mucho más interesante para entender el presente son los vídeos de JL de mundodesconocido.es que ver Informe Semanal. La moda de teorías reptilianas e illuminatis no hace más que evidenciar el problema actual de clases bajas que ven como, a pesar de un supuesto estado de derecho con las garantías que ofrece la democracia, son incapaces de mejorar su situación; de alguna manera como cultura sabemos que, sean extraterrestres o élites multimillonarias (algo, lamentablemente, mucho más probable), los representantes que elegimos no son los que gobiernan realmente. La extensión de las ideas sobre alienígenas ancestrales no es más que una búsqueda de alguna clase de sentido teológico en un mundo en el que el empirismo ha obtenido una expansión casi total. Nos entendemos a nosotros mismos a través de las conspiraciones que creamos, encontramos sentido a la entropía endémica del universo mediante relatos más o menos complejos que expliquen de alguna forma la cadena de causalidad. Jim Garrison pudo tener más o menos razón pero sacó a su país del trauma de la muerte de JFK y conjuró así nuestra moderna mitología, la última manera en la que nos hemos acercado a lo inabarcable del universo,
(pero lo de la bala mágica sí que no se lo cree nadie)
No hay comentarios:
Publicar un comentario